El gran éxito popular de películas y series televisivas recientes sobre vampiros pone de actualidad la psicología de sus fans y la de góticos y góticas en general.
La llamativa conclusión de un estudio sobre el tema es que en ciertos aspectos nos “convertimos” en vampiros, en mayor o menor grado según los gustos de cada cual, con sólo leer sobre ellos. No sólo nos sentimos como los personajes sobre los que leemos o que vemos en la pantalla, sino que, psicológicamente hablando, pasamos a sentirnos integrados en su mundo y obtenemos beneficios emocionales de la experiencia, siempre y cuando la afición no se convierta en una obsesión enfermiza, un límite aplicable a todas las facetas de la vida.
Este nuevo estudio, conducido por dos psicólogas de la Universidad de Buffalo, ha sido presentado bajo el ilustrativo título de “Becoming a Vampire Without Being Bitten” (“Convertirse en un vampiro sin ser mordido”) y el artículo técnico sobre el mismo se ha publicado en un número reciente de la revista académica Psychological Science.
Shira Gabriel y Ariana Young aportan pruebas que respaldan su hipótesis de que, al zambullir nuestra mente en las historias de vampiros, podemos convertirnos psicológicamente en un miembro del grupo de personajes allí descritos, un proceso que hace que nos sintamos conectados con los personajes y su mundo social, así como con todas aquellas personas del mundo real que también se sientan identificadas con esos vampiros o atraídas por ellos.
Además de con las ficciones sobre vampiros, las dos investigadoras también trabajaron con ficciones dedicadas a la magia, como por ejemplo la saga de Harry Potter.
Gabriel y Young también han constatado que la sensación de pertenencia a ese mundo ficticio, una sensación que resulta de asimilar emocionalmente esas ficciones, provoca (aunque amortiguados) los mismos sentimientos de satisfacción y felicidad que experimentaríamos si de verdad fuéramos parte del mundo descrito (es decir, si existiera de verdad y en la versión idealizada que esas obras ficción presentan).
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